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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1507] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA FAMILIA, NÚCLEO FUNDAMENTAL DE LA SOCIEDAD

De la Homilía de la Misa en el Estadio Nacional, Kingston (Jamaica), 10 agosto 1993

1993 08 10 0006

6. A este respecto, deseo dirigir unas palabras en particular a los esposos cristianos. En el designio de Dios para el género humano, “deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” (Gn 2, 24; cfr. Mt 19, 5). La familia, nacida del amor fiel entre hombre y mujer, es el núcleo fundamental de la sociedad, una cuna de vida y de amor donde el don divino de la nueva vida es acogido, nutrido y donde puede desarrollarse. El futuro de la sociedad está íntimamente vinculado a la fuerza de sus familias (cfr. Familiaris consortio, 86).

Esposos cristianos, el testimonio de vuestra vida debe ser cada vez más claro. Vuestro amor fiel debe resplandecer y contraponerse a los estilos de vida que no van en sintonía con el Evangelio. Vuestras familias deben ser santuarios de amor en medio de las muchas situaciones difíciles causadas por el mal uso del don divino de la sexualidad.

Como pueblo, los jamaicanos han experimentado los males de la esclavitud, un sistema que ha despojado a muchos seres humanos de su propia dignidad de imágenes de Dios, ha negado el valor espiritual de las personas y las ha reducido a meros objetos que se pueden usar y explotar. Pero, más allá de la explotación de las personas, uno de los mayores males de la esclavitud ha sido la destrucción de los vínculos familiares. La esclavitud ha separado a los maridos de sus esposas; las esposas han quedado solas, con la responsabilidad de velar por el crecimiento de sus hijos; y los hijos han sido privados de la presencia de sus padres. Los trágicos frutos de ese sistema perverso se hallan aún presentes en actitudes de irresponsabilidad sexual. Son dolorosamente evidentes en la vida de demasiados niños, que han sido privados del amor y del apoyo de sus padres, y de una sana vida doméstica, y en demasiadas mujeres que luchan, a menudo sin ayuda, por cuidar a sus hijos.

La liberación completa del pasado de esclavitud debe implicar también esfuerzos por sanar las profundas cicatrices que ha dejado en la vida de la sociedad. Y al sanar y reconstruir la vida familiar, los esposos cristianos tienen un testimonio fundamental que ofrecer. Como maestros de fe y virtud para los propios hijos, los padres cristianos señalan el camino que la generación sucesiva deberá seguir. Y con su vida de fe, de fidelidad, de apertura a la vida, de amor de reconciliación, las familias cristianas serán los primeros evangelizadores de otras familias.

[E 53 (1993), 1285]